sábado, 16 de mayo de 2015

8. Maestro y alumno en la cultura escolar.

La cultura escolar, ¿determina o es construida desde la escuela?


La cuestión de quién determina a quién conduce a una reflexión muy interesante porque hay muchos elementos que observar y en ocasiones está tan arraigada la cultura escolar y el desarrollo de los procesos educativos que pasan desapercibidos para el hombre común que sólo los vive sin plantearse preguntas al respecto.
Los argumentos que sostienen que la cultura escolar se construye desde el alumno se basan fundamentalmente es su quehacer social cotidiano, puesto que con la sola participación escolar en contacto con sus pares y maestros y la aportación de su historia de vida y capital cultural al grupo se generas significatividades y símbolos reconocidos al interior de la escuela, además estas significatividades comunes entran en contacto con las particulares lo que sin duda es un punto determinante para el ejercicio de una cultura escolar propia.
Por otra parte también el maestro colabora en la construcción de la cultura escolar, puesto que tiene la capacidad de reconstruir o modificar los elementos curriculares en su discurso pedagógico, es decir, puede recontextualizar los contenidos o las formas según el entorno social o cultural según su criterio. Aún sin darse este proceso y si sólo acatase los señalamientos del programa en sus clases la conducción de las actividades suscita en el grupo intervenciones e interacciones entre alumnos y maestro, siguiendo o marcando nuevas pautas de conducta y valores deseables que orienten a la realización de la tarea pero también al orden dentro de la escuela y con ello a la formación moral y social de los alumnos, o dicho de otra forma, construyendo una cultura para ese contexto particular.
No obstante, si analizamos la situación desde la cuestión de cómo la cultura escolar determina al alumno también se puede argumentar que el contexto social de la escuela conduce a que el alumno internalice valores y normas y hechos propios los reproduzca o resignifique en contextos extraescolares haciendo entonces de la cultura escolar una cultura personal.
El alumno se forma entonces una identidad particular, la escuela pasa a formar parte de su historia de vida y se vuelve un referente interno en adelante. En lo colectivo el alumno comparte un tronco común con sus compañeros lo que le otorga una identidad social común, tal como lo es la nacionalidad o incluso más específicamente el sentido de pertenencia a una región dentro de una nación, así como también lo lleva a reconocer la pertenencia a un estrato social.
El maestro, como agente de la educación no escapa a la realidad de la escuela ni a su realidad propia como ser social, la interacción con sus alumnos y otros maestros le confirma, le reconoce o incluso lo invalida en su rol y desempeño, asimila las normas institucionales en lo material pero también en lo que a las interacciones con alumnos y maestros se refiere. Las responsabilidades que la cultura escolar le confiere sobre la formación y el cuidado de sus alumnos pasan a formar parte de su habitus; de su identidad personal y colectiva.

Conclusiones.
La cultura escolar se da como un proceso de interacciones omnidireccionales en el cual todos sin duda se ven influenciados por la cultura instituida, pero también todos tienen la posibilidad de influenciar en ella como fuerzas transformadoras o instituyentes.
Hacer conciencia de ello permite (y por momentos obliga a) ser sujetos activos dentro de la escuela, puesto que ya no sólo somos responsables de lo que enseñamos o aprendemos, sino también de lo que aprenden los demás a lado nuestro y del cómo enseñan nuestros maestros.
La capacidad de modificar aspectos culturales dentro de la escuela es real y está presente en la cotidianidad, aunque no por ello es cosa fácil ni se lleva a cabo en poco tiempo, pues cada individuo trae consigo un capital cultural privado e intereses que tiran hacia diferentes direcciones.
Esta reflexión así como los trabajos de este módulo y su expresión materializada en este boletín traen consigo una invitación introspectiva hacia las experiencias previas y conducen a ver con otros ojos la realidad; dicen que no se ve lo que no se conoce y ahora, con un poco más de referencias en la mente miro hacia el panorama que se impone al considerar el objeto de reflexión-acción propuesto.
La realidad escolar en que he vivido y coexistido toma forma y sentido a la luz de los autores que hemos revisado, pero aún queda la sensación de ser invitado a conocerla más a fondo, y más aún a intervenir en ese mundo al interior de la escuela, consciente de los alcances que tienen las acciones de los individuos como parte de los procesos escolares.


Referencias:                                                                               
Andrade, Patricia (2000). El lugar de los sujetos en la educación y en el currículo. Revista electrónica UMBRAL  Nº 7 REDUC.
Bolívar, A. (1996). Cultura escolar y cambio curricularBordón, 48 (2), 169-177.
Espeleta, J y Rockwell, E. (1983). La escuela: relato de un proceso de construcción teórica.  Ponencia presentada en seminario CLACSO sobre educación, Sao Paulo, Brasil.

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